LA NACION – Riley Mellen
Al menos tres aviones militares estadounidenses, entre ellos un avión de ataque fuertemente armado, han comenzado a realizar misiones desde el principal aeropuerto internacional de El Salvador, en una ampliación de la extraordinaria concentración de tropas estadounidenses en el Caribe, según un análisis de imágenes de satélite, comunicaciones de control del tráfico aéreo y datos de seguimiento de vuelos.
El avión de ataque, un AC-130J Ghostrider, está diseñado para destruir objetivos en tierra o en mar usando misiles o descargas de sus cañones y ametralladoras. Está operado por el Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea, una unidad que lleva a cabo misiones sensibles para el Ejército. The New York Times también identificó en el aeropuerto un avión de reconocimiento de la Marina y un avión de la Fuerza Aérea pocas veces visto y sin distintivos.
La concentración de fuerzas en la región comenzó a finales de agosto, justo antes de que el gobierno de Donald Trump iniciara lo que denominó “misiones antinarcóticos”, al tiempo que planeaba una posible acción militar en Venezuela. El despliegue ha incluido unos 10.000 soldados estadounidenses, junto con drones, bombarderos y casi una decena de buques de guerra de la Marina, que pronto se verán reforzados con la llegada del portaaviones Gerald R. Ford. Hasta ahora, el Departamento de Defensa ha informado de 17 ataques letales contra embarcaciones que, según afirma, estaban implicadas en el contrabando de drogas.
Es probable que el despliegue en El Salvador sea la primera vez que un país extranjero alberga aviones estadounidenses que podrían participar en ataques militares en la región. Y refleja además los cálidos lazos entre el gobierno de Trump y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien ha apoyado la estrategia migratoria del presidente Trump al encarcelar a deportados de Estados Unidos en una conocida prisión de máxima seguridad.


