El presidente electo de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, ha dicho que su victoria electoral le dio un mandato «poderoso y sin precedentes» para gobernar.
Al imponerse a su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, en los siete estados clave del mapa electoral, los llamados swing states, obtuvo una ventaja decisiva.
El partido de Trump también ganó ambas cámaras del Congreso, lo que le dio al mandatario -que regresa a la Casa Blanca- un poder considerable para poner en marcha su agenda.
Ha ampliado su atractivo en casi todos los grupos de votantes desde su derrota de 2020. Y al hacerlo, logró una remontada que nunca antes un presidente, previamente derrotado, había conseguido en la historia moderna.
Pero los datos apuntan a que fue una contienda mucho más reñida de lo que él y sus aliados sugieren.
Su director de comunicaciones, Steven Cheung, la ha calificado de victoria «aplastante». Sin embargo, esta semana se supo que su porcentaje de votos ha caído por debajo del 50%, mientras continúa el recuento.
«Me parece grandilocuente que la califican de aplastante», dijo Chris Jackson, vicepresidente senior del equipo en Estados Unidos de la compañía de encuestas Ipsos.
El lenguaje de Trump sugería victorias abrumadoras, indicó Jackson, cuando en realidad fueron unos pocos cientos de miles de votos en áreas clave los que impulsaron a Trump de nuevo hacia Washington.
Eso es gracias al sistema de colegio electoral de Estados Unidos, que amplifica las victorias relativamente estrechas en los estados clave.
Con 76,9 millones de votos y contando, Trump ganó lo que se conoce como el voto popular, según el último recuento del socio estadounidense de la BBC, CBS News.
Eso significa que obtuvo más votos que Harris (74,4 millones) o cualquier otro candidato. Ningún republicano ha logrado esa hazaña desde 2004.
Pero a medida que continúa el recuento de votos en algunas partes de Estados Unidos, Trump ha caído una fracción de punto porcentual por debajo del 50% en su cuota de votos.
No se espera que recupere la brecha mientras sigue el recuento en lugares como California, con tendencia demócrata.
Lo mismo ocurrió en 2016, cuando Trump derrotó a Hillary Clinton y ganó la presidencia a pesar de haber perdido el voto popular (habiendo obtenido solo el 46% del total de votos emitidos).