El papa Francisco visitó este domingo una remota comunidad en medio de la selva en Papúa Nueva Guinea, donde instó a poner fin a la violencia y a la “superstición y la magia” que empañan un lugar que comparó con el Edén.
El pontífice, de 87 años, está inmerso en una gira de 12 días por el sudeste asiático y Oceanía, la más larga y remota de su papado, para promover el diálogo interreligioso y llevar su mensaje a las “periferias”.
Francisco aterrizó en Vanimo, una ciudad costera situado unos grados al sur del ecuador. Papúa Nueva Guinea está al norte de Australia.
Ataviado con el tradicional tocado de plumas de ave del paraíso, pese al intenso calor tropical, describió “el grandioso espectáculo de una naturaleza rebosante de vida, que evoca la imagen del Edén”. Francisco fue recibido como invitado de honor por miembros de la tribu local, que interpretaron un baile tradicional vestidos con tocados de plumas, pulseras de conchas y hojas, y el cuerpo recubierto por ornamentos de pintura.
El papa dio las gracias a las miles de personas congregadas, algunas de las cuales caminaron o navegaron durante días para asistir a la cita y elogió las “sonrisas contagiosas” y la “alegría desbordante” de los niños.

