La noche de este martes, el Estadio Cuscatlán volvió a vestirse de azul y blanco con la esperanza de ver renacer a la Selecta, pero el resultado fue otro golpe al corazón de la afición. El Salvador cayó 0-1 ante Guatemala, con un solitario gol de Óscar Santis que silenció al coloso de Monserrat y prácticamente sepulta las aspiraciones mundialistas del combinado nacional.
Desde temprano, miles de salvadoreños llenaron las gradas del Cuscatlán, ondeando banderas y entonando el himno con la fe intacta. Sin embargo, esa energía en las gradas no se reflejó en la cancha. El equipo nacional volvió a mostrar las mismas carencias que lo han acompañado durante todo el proceso: poca generación ofensiva, desorden en la defensa y falta de claridad en el mediocampo.
Guatemala, sin grandes alardes, fue más efectivo. En el minuto 63, Santis aprovechó un descuido defensivo y, con un disparo certero, venció al portero salvadoreño. Ese tanto fue suficiente para que los chapines se llevaran los tres puntos y dejaran a El Salvador hundido en una crisis futbolística que parece no tener fin.
Pese al marcador, la afición no dejó de alentar en un gesto que refleja la fidelidad de un país que, aunque sufre, no abandona a su selección.
Derrotado en casa, en el coloso de Monserrat, El Salvador vuelve a despedirse —una vez más— del sueño mundialista. Una pena para una hinchada que lo ha dado todo, pero que sigue esperando que su equipo, algún día, también lo haga.