El migrante salvadoreño Kilmar Abrego García, deportado en marzo a su país por “error” de Estados Unidos y traído de vuelta de una cárcel para pandilleros a Estados Unidos para ser juzgado por un presunto delito de tráfico de personas, salió el viernes en libertad condicional de la prisión de Nashville (Tennessee) en la que llevaba meses encerrado a la espera de juicio por orden de una jueza de primera instancia.
Salió rumbo a su casa en Maryland y, horas después, ya circulaban imágenes abrazando a su esposa e hijos.
La liberación proporcionará lo más cercano a la libertad que Ábrego García ha sentido desde que en marzo fue deportado injustamente a una notoria prisión en El Salvador, lo que lo convirtió en un rostro —si no es que en el rostro— de las estrictas políticas de inmigración del presidente, Donald Trump.
Los abogados de Ábrego García dijeron el martes en documentos judiciales que una empresa de seguridad privada llevará a su cliente desde Tennessee a Maryland cuando sea liberado. Pero la libertad de Ábrego García antes del juicio podría ser efímera. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) podría detenerlo una vez que llegue a su estado adoptivo de Maryland, y podría intentar deportarlo nuevamente.
Casi de inmediato después de ser liberado, la Administración Trump mostró su desacuerdo con la decisión judicial.